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viernes, 21 de agosto de 2009
Textos de maría coda
El Kybalión Suena extraño, pero es muy interesante de saber. El Kybalión es un documento que contiene al conjunto de enseñanzas de la filosofía hermética, también conocidos como los siete principios del hermetismo. Escrito en los albores del siglo XX, su autoría se debe a un grupo anónimo de personas autodenominados Los Tres Iniciados, aunque las bases del hermetismo se atribuyen a un alquimista místico y deidad de algunas logias ocultistas llamado Hermes Trimegisto, cuya existencia pudo haber transcurrido en Egipto antes de la época de los faraones. Los siete principios, o axiomas, como están descritos en el Kybalión son: 1. Mentalismo: El Todo es mente; el universo es mental. 2. Correspondencia: Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Afirma que este principio se manifiesta en los tres Grandes Planos: El Físico, El Mental y El Espiritual. 3. Vibración : Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra. 4. Polaridad: Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse. 5. Ritmo: Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación. 6. Causa y efecto: Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley. 7. Generación: La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos. En el plano físico es la sexualidad. Profundicemos: EL KYBALION (de Hermes Trimegisto) os labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender. Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par. Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría. Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par. 1. El TODO es Mente; el universo es mental. 2. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. 3. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra. 4. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse. 5. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación. 6. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley. 7. La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos. La mente así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. La verdadera transmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental. Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad Substancial, la Verdad Fundamental. Lo que constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda denominación, pero el sabio lo llama el TODO. En su esencia, el TODO es incognoscible, Mas el dictamen de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto. El universo es una creación mental sostenida en la mente del TODO. El TODO crea en su mente infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y así y todo, para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos. La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos. En la Mente del Padre‑Madre, los hijos están en su hogar. No hay nadie que no tenga padre y madre en el Universo. El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los elementos, en razón de su locura. El verdadero sabio conociendo la naturaleza del universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que no es deseable, en lo valioso y de esta manera triunfa. La maestría consiste, no en sueños anormales, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas superiores contra las inferiores vibrando en los más elevados. La transmutación (no la negación presuntuosa), es el arma del Maestro. Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento. Nada reposa; todo se mueve; todo vibra. Todo es dual, todo tiene polos; todo su par de opuestos; los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades, son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse. Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero ninguno escapa a la ley. El género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos. La posesión del conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar metales preciosos: una cosa vana e inútil. El conocimiento, lo mismo que la fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales. Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración. Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese a la atención en le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad. La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. El ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la polarización. Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior. El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo el nadador, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquél que esto comprenda va en el buen camino que conduce a la Maestría. LOS SIETE PRINCIPIOS: 1. El principio de mentalismo «EL TODO es MENTE; el universo es mental.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad de que «todo es mente». Explica que EL TODO (que es la realidad sustancial que subyace a todas las manifestaciones y apariencias externas que conocemos bajo los términos de «el universo material», «el fenómeno de la vida», «materia», «energía», y, en breve, todo lo que es evidente a nuestros sentidos materiales) es ESPÍRITU, que en sí mismo es INCOGNOSCIBLE e INDEFINIBLE, pero que puede ser considerado y concebido como UNA MENTE UNIVERSAL, INFINITA Y VIVIENTE. Explica también que todo el mundo o universo fenomenal es simplemente una creación mental del TODO, sujeto a las leyes de las cosas creadas, y que el universo, como conjunto, y en sus partes o unidades, tiene su existencia en la mente del TODO, en cuya mente «vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser». Este principio, estableciendo la naturaleza mental del universo, explica fácilmente todos los variados fenómenos mentales y psíquicos que ocupan una porción tan grande de la atención pública, y que, sin tal explicación, son incomprensibles y desafían el tratamiento científico. Una comprensión de este gran principio hermético de mentalismo capacita al individuo para captar fácilmente las leyes del universo mental, y para aplicar las mismas a su bienestar y avance. El estudiante hermético está capacitado para aplicar inteligentemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas de una manera fortuita. Con la llave maestra en su posesión, el estudiante puede abrir las muchas puertas del templo mental y psíquico del conocimiento, y entrar al mismo libre e inteligentemente. Este principio explica la verdadera naturaleza de «energía», «poder» y «materia», y por qué y cómo están todos éstos subordinados a la maestría de la mente. Uno de los viejos maestros herméticos escribió hace mucho tiempo: «El que capta la verdad de la naturaleza mental del universo está bien avanzado en el sendero hacia la maestría.» Y estas palabras son tan verdaderas hoy como en el tiempo en que fueron escritas por primera vez. Sin esta llave maestra, la maestría es imposible, y el estudiante llama en vano a las muchas puertas del templo. 2. El principio de correspondencia «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad de que hay siempre una correspondencia entre las leyes y fenómenos de los diversos planos de existencia y vida. El viejo axioma hermético lo ponía en estas palabras: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.» Y la captación de este principio da uno de los medios de solucionar muchas oscuras paradojas y secretos escondidos de la Naturaleza. Hay planos más allá de nuestro conocimiento, pero cuando les aplicamos el principio de correspondencia somos capaces de entender mucho que de otro modo nos habría sido incognoscible. Este principio es de aplicación y manifestación universal, en los diversos planos del universo material, mental y espiritual; es una ley universal. Los antiguos hermetistas consideraban este principio como uno de los más importantes instrumentos mentales por el que el hombre era capaz de atisbar a un lado de los obstáculos que ocultan lo desconocido a la vista. Su uso incluso rasgaba el velo de Isis hasta el punto de que podía verse un vislumbre de la cara de la diosa. Igual que un conocimiento de los principios de la Geometría capacita al hombre para medir soles distantes y sus movimientos, mientras está sentado en su observatorio, así un conocimiento del principio de correspondencia capacita al hombre para razonar inteligentemente desde lo conocido hasta lo desconocido. Estudiando a la mónada, entiende al arcángel. 3. El principio de vibración «Nada descansa; todo se mueve; todo vibra.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad de que «todo está en movimiento», «todo vibra», «nada está en reposo»; hechos que la ciencia moderna refrenda, y que cada nuevo descubrimiento científico tiende a verificar. Y sin embargo este principio hermético fue enunciado hace miles de años por los maestros del antiguo Egipto. Este principio explica que las diferencias entre manifestaciones diferentes de materia, energía, mente, e incluso espíritu, resultan mayormente de frecuencias de vibración variables. Desde EL TODO, que es espíritu puro, bajando hasta la forma más grosera de materia, todo está en vibración -cuanto más alta la vibración, más alta la posición en la escala-. La vibración del espíritu es en un rango de intensidad y rapidez infinitas tal que está prácticamente en reposo -igual que una rueda moviéndose rápidamente parece inmóvil-. Y en el otro extremo de la escala, hay formas groseras de materia cuyas vibraciones son tan bajas como para parecer en reposo. Entre estos dos polos hay millones sobre millones de grados variables de vibración. Desde el corpúsculo y el electrón, el átomo y la molécula, hasta los mundos y universos, todo está en moción vibratoria. Esto también es verdad en los planos de energía y fuerza (que no son sino grados diversos de vibración); y también en los planos mentales (cuyos estados dependen de vibraciones); e incluso en los planos espirituales. Un entendimiento de este principio, con las fórmulas apropiadas, capacita a los estudiantes herméticos a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de otros. Los maestros también aplican este principio a la conquista de los fenómenos naturales, en modos diversos. «Aquel que entiende el principio de vibración, ha agarrado el cetro del poder», dice uno de los viejos escritores. 4. El principio de polaridad «Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado: los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad -de que «todo es dual», «todo tiene dos polos», «todo tiene su par de opuestos», todos los cuales eran viejos axiomas herméticos. Explica las viejas paradojas, que han dejado perplejos a tantísimos, que han sido establecidas como sigue: «Tesis y antítesis son idénticas en naturaleza, pero diferentes en grado»; «los opuestos son lo mismo, difiriendo sólo en grado»; los pares de opuestos pueden ser reconciliados»; «los extremos se encuentran»; «todo es y no es al mismo tiempo»; «todas las verdades no son sino medias verdades»; «toda verdad es medio falsa»; «hay dos lados para todo», etc. Explica que en todo hay dos polos, o aspectos opuestos, y que los «opuestos» son realmente sólo los dos extremos de la misma cosa, con muchos grados variables entre ellos. Para ilustrar esto: calor y frío, aunque «opuestos», son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia meramente de grados de la misma cosa. ¡Mirad a vuestro termómetro y ved si podéis descubrir dónde termina el «calor» y comienza el «frío»! NO hay tal cosa como el «calor absoluto» o el «frío absoluto» -los dos términos «calor» y «frío» indican simplemente grados variables de la misma cosa, y esa «misma cosa» que se manifiesta como «calor» y «frío» es meramente una forma, una variedad y una frecuencia de vibración-. Así que «calor» y «frío» son simplemente los «dos polos» de eso que llamamos «calor»-y los fenómenos que le acompañan en consecuencia son manifestaciones del principio de polaridad-. El mismo principio se manifiesta en el caso de «luz y oscuridad», que son la misma cosa, consistiendo la diferencia de grados variables entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde cesa la «oscuridad» y comienza la «luz»? ¿Cuál es la diferencia entre « grande» y «pequeño»? ¿Entre «duro» y «blando»? ¿Entre «negro» y «blanco»? ¿Entre «agudo» y «romo»? ¿Entre «bulla» y «calma»"? ¿Entre «alto» y «bajo»? ¿Entre «positivo» y «negativo»? El principio de polaridad explica estas paradojas, Y ningún otro principio puede suplantarlo. El mismo principio opera en el plano mental. Tomemos un ejemplo radical y extremo: el de «amor y odio», dos estados mentales totalmente diferentes aparentemente. Y sin embargo hay grados de odio y grados de amor, y un punto medio en el que usamos los términos «gusto» e, «disgusto». que se solapan tan Gradualmente que a veces no atinamos a saber si «gustamos» o «disgustamos» o «ninguna de ambas cosas». Y todos son simplemente grados de la misma cosa, como veréis si queréis pensar tan sólo un momento. Y más que esto (y considerado de más importancia por los hermetistas), es posible cambiar las vibraciones de odio a las vibraciones de amor, en la propia mente de uno y en las mentes de otros. Muchos de vosotros, que leéis estas líneas, habéis tenido experiencias personales de la rápida transición involuntaria del amor al odio, y al contrario, en vuestro propio caso y en el de otros. Y realizaréis por tanto la posibilidad de que esto se consiga por el uso de la voluntad, por medio de las fórmulas herméticas. «Bien» y «mal» no son sino los polos de la misma cosa, y el hermetista entiende el arte de transmutar el mal en bien, por medio de una aplicación del principio de polaridad. En breve, el «arte de polarización» se convierte en una fase de la «alquimia mental» conocida y practicada por los maestros herméticos antiguos y modernos. Un entendimiento del principio le capacitará a uno para cambiar su propia polaridad, así como la de otros, si quiere dedicar el tiempo y el estudio necesarios para amaestrar el arte. 5. El principio de ritmo «Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas suben y bajan; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad de que en todo hay manifestada una moción medida, a un lado y otro; un flujo y un reflujo; un vaivén hacia atrás y hacia adelante; una mengua y una crecida como una marea; una pleamar y una bajamar; entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad descrito hace un momento. Hay siempre una acción y una reacción; un avance y un retroceso; una elevación y un hundimiento. Esto es así en los asuntos del universo, soles, mundos, hombres, animales, mente, energía y materia. Esta ley está manifiesta en la creación y destrucción de mundos; en la elevación y caída de naciones; en la vida de todas las cosas; y finalmente en los estados mentales del hombre (y es con este último que los hermetistas encuentran el entendimiento del principio sumamente importante). Los hermetistas han captado este principio, encontrando su aplicación universal, y han descubierto también ciertos medios de superar sus efectos en ellos mismos por el uso de las fórmulas y métodos apropiados. Ellos aplican la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio, o hacerle cesar su operación, pero han aprendido cómo escapar a sus efectos sobre ellos mismos hasta un cierto grado dependiendo de la maestría del principio. Han aprendido cómo USARLO, en vez de ser USADOS POR él. En este método y en otros similares, consiste el arte de los hermetistas. El maestro de las enseñanzas herméticas se polariza en el punto en el que desea reposar, y neutraliza entonces la oscilación rítmica del péndulo que tendería a conducirle al otro polo. Todos los individuos que han alcanzado cualquier grado de auto-maestría hacen esto hasta un cierto grado, más o menos inconscientemente, pero el maestro hace esto conscientemente, y por el uso de su voluntad, y alcanza un grado de aplomo y firmeza mental casi imposible de creer por parte de las masas que son balanceadas hacia atrás y hacia adelante como un péndulo. Este principio y el de polaridad han sido estudiados estrechamente por los hermetistas, y los métodos de contrarrestarlos, neutralizarlos y USARLOS forman una parte importante de la alquimia mental hermética. 6. El principio de causa y efecto «Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley. La casualidad no es sino un nombre para la ley no reconocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley.» El Kybalión. Este principio incorpora el hecho de que hay una causa para todo efecto; un efecto a partir de toda causa. Explica que: «Todo sucede de acuerdo con la ley»; que nada nunca «meramente sucede»; que no hay tal cosa como la casualidad; que mientras que hay diversos planos de causa y efecto, dominando los planos superiores a los inferiores, a pesar de eso nada se escapa nunca enteramente a la ley. Los hermetistas entienden el arte y los métodos de elevarse por encima del plano ordinario de causa y efecto, hasta un cierto grado, y elevándose mentalmente a un plano superior se vuelven causantes en vez de efectos. Las masas de gente son conducidas, obedientes al entorno; a las voluntades y deseos de otros más fuertes que ellos; a la herencia; a la sugestión; y a otras causas externas que les mueven de un lado para otro como peones en el tablero de ajedrez de la vida. Pero los maestros, elevándose al plano superior, dominan sus humores, caracteres, cualidades y poderes, así como el entorno que les rodea, y se convierten en movedores en vez de peones. Concurren a JUGAR EL JUEGO DE LA VIDA, en vez de ser jugados y movidos de un lado para otro por las voluntades de otros y el entorno. USAN el principio en vez de ser sus herramientas. Los maestros obedecen la causación de los planos superiores, pero la ayudan a REGIR en su propio plano. En esta afirmación está condensado un tesoro de conocimiento hermético -léalo el que pueda. 7. El principio de género «El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino: el género se manifiesta en todos los planos.» El Kybalión. Este principio incorpora la verdad de que hay un GÉNERO manifestado en toda cosa –los principios masculino y femenino están siempre en funcionamiento-. Esto es verdadero no sólo del plano físico, sino de los planos mentales e incluso espirituales. Sobre el plano físico, el principio se manifiesta como SEXO, sobre los planos superiores toma formas más ligeras, pero el principio es siempre el mismo. Ninguna creación, física, mental o espiritual, es posible sin este principio. Un entendimiento de sus leyes arrojará luz sobre muchos temas que han dejado perplejas a las mentes de los hombres. El principio de género trabaja siempre en la dirección de la generación y la creación. Toda cosa, y toda persona, contiene los dos elementos o principios, o este gran principio, dentro de sí, de él o de ella. Toda cosa macho tiene también el elemento hembra; toda hembra contiene también el principio macho. Si queréis entender la filosofía de la creación, la generación y la regeneración mentales y espirituales, debéis entender y estudiar este principio hermético. Contiene la solución de muchos misterios de la vida. Os precavernos que este principio no tiene referencia alguna a las muchas teorías, enseñanzas y prácticas bajas, perniciosas y degradantes, que se enseñan bajo títulos antojadizos, y que son una prostitución del gran principio natural del género. Tales bajos revires de las antiguas e infames formas del falicismo tienden a arruinar la mente, el cuerpo y el alma, y la filosofía hermética siempre ha hecho sonar la nota de advertencia contra estas degradadas enseñanzas que tienden hacia la lujuria, la licenciosidad y la perversión de los principios de la Naturaleza. Si buscáis tales enseñanzas, debéis ir a otra parte por ellas -el hermetismo no contiene nada para vosotros a lo largo de estas líneas-. Para el puro, todas las cosas son puras; para el bajo, todas las cosas son bajas. continua.....
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