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domingo, 23 de agosto de 2009
Saquémonos La Careta 2 / maria coda
Saquémonos La Careta.…Todos tenemos días con carácter podrido…. Y replanteas
TERCERA PARTE: Hoy personajes
- El libro “gordo de Petete”:
Es esa clase de gente que responde lo que sea y sabe “de todo un poco” que es un “Libro abierto… pero no se sabe quien es el autor” Estos sujetos marcan constantemente su “gran nivel cultural…
Eso si a estos sabelotodo cuando se le pregunta qué música escuchan… vacilan y la respuestas termina siendo las fiestas de casamiento¿? O de pronto se con algunos jingles publicitarios si (eje te clavo la sombrilla) y son los mismo que solamente compran revista cholulas, libros de personajes mediáticos que no pasan de Bucay o Coelhoy no lo saques de ahí.
Es la misma gente que después vota por teléfono para eliminar a un participante de Gran Hermano.
¿Y la gran cultura?
- Ordennnnnnnn:
El orden cotidiano se materializa en dos métodos o rutinas: las filas y los números. Misteriosamente, los dos son igual de idiotas y agrupan el mismo número de tarados y estafadores. La filas tienen a los que no avanzan al mismo ritmo que el resto y dejan huecos, a los que desvían la fila para poder sentarse o apoyarse en la pared, a los que cuidan lugares para otras personas, a los que esperan a un par de metros esperando conservar su turno, a los que creen que su caso es excepcional y merece omitir la fila, a los que tardan demasiado en subir, pagar o hacer su consulta y atrasan a todos los demás.
Con los números el resultado no es mejor: están los que se ausentan y vuelven con un número que ya llamaron, están los sacan un número y se lo dan a otra persona, están los que sacan varios números inflando el tiempo real de espera, están los que montan guardia por miedo a no escuchar el suyo, y están los que a pesar de tener un número, un asiento o un horario para ser atendidos, intentan -con ardides extraordinariamente chorros- pasar antes que el resto, sentarse en otro lado, o conseguir una vacante de alguien que faltó. De más está decir que todos exasperan a cualquiera.
No hay que olvidarse del colado… ni de la cola paralela.
Un ejemplo, las paradas de colectivo. Cuando ya hay una cola de 10 personas, nunca falta un vivo que inicia una cola paralela, pues la puerta del camión es lo bastante ancha.
Soy una persona ecuánime e imparcial: los odio a todos con la misma intensidad.
¿Será tan difícil hacer lo correcto?
Bueno, también hay que reconocer que hacer cola durante horas es una prueba para comprobar nuestra fortaleza de corazón, física y emotiva.
Es donde hasta los espíritus más nobles después de estar dos horas de pie en un banco se transforman… es demonios…Comenzando a generar pensamientos negros: como desear la muerte de todas las personas que están adelante, engañar a los demás para usurparles sus puestos, mirar con odio a la embarazada que entra tambaleando y se adelanta .
Y por último cuando le toca el turno, mira a los demás con aire sobador e intentado generar envidia.
Terminado el trámite, cuando la persona vuelve a la vereda, nuevamente se convierte en personas amables y nobles que siempre han sido.
El ermitaño:
Como todo ser humano tenemos nuestro lado contradictorio y muchas veces nos rayamos y nos convertimos en buenos ermitaños seguramente esa noche hay algun evento social que cumplir, si justamente cuando uno esta en crisis y detesta ir a reuniones sociales masivas. Algunos lo convierten a esto en estilo de vida.
El panorama en “negro” Odiamos cambiarnos para salir, odiamos el ruido de la calle, odiamos regresar a casa de noche, e incluso odiamos tener que inventar excusas cuando queremos faltar sin que nadie se enoje.
Desde que existe la entrega a domicilio e Internet, cada vez se sale menos de la casa. Sin embargo, de vez en cuando, un factor externo nos obliga a salir.
Nunca falta el no muy amigo que te invita a su cumpleaños, el amigo del amigo que te invita a una cena de parejas y uno esta soltero/a; y lo peor esas maldita fiestas de fin de año que no se conoce a nadie y que uno por compromiso debe ir.
Se llega a cualquiera de estas reuniones. Ni hablar de la heterogeneidad de invitados que vamos viendo.
En cada reunión hay una mujer que descalifica a su marido, un desubicado que se come cuatrocientos triples…. La feliz pareja que cae con los cuatro niños que no paran de correr y gritar. Los maleducados, los ex y las ex…. Se forma un buen zoológico… que con un par de tragos y encontrándole la vuelta se logra sobrellevar.
Pero “ATENCIÓN” en toda reunión también hay invitado fatal…. el experto.
Y cada vez que este experto se asoma a una fiesta, la noche se me vuelve oscura y profunda como un agujero negro.
El experto es un charlatán pesado y aburrido, de edad madura y desesperada, que quiere zambullirse en las conversaciones adultas a cualquier precio. Sin embargo, como no es profesional, ni desarrolló una carrera interesante, ni se consagró al estudio de ningún tema, su opinión es siempre la de un amateur entusiasta, mentiroso y nadie lo toma en serio… Y lo peor insistente. Sediento de protagonismo, usurpa un tema al azar y, sin mayor mérito que el de la apropiación forzada, se autoproclama unilateralmente un gurú absoluto de la materia. Entonces de un día para el otro viaja, tiene una epifanía, se suma a un coro, o adopta un hobbie y es el que más sabe sobre comida árabe, sobre Francia, sobre ópera, sobre televisión abierta o sobre colección de marquillas de cigarrillos. Cualquier temática le queda bien mientras pueda participar….
En general, el experto siempre tiene el mismo modus operandi. Va a las reuniones con las orejas desplegadas como una antena de Direct TV esperando que alguien saque su tema del bolillero para hacer su tedioso numerito.
Un espécimen de idiotez muy similar al anterior es el que tiene un pire con otra cultura y aunque se llama Luis Fernández, estudia italiano, firma como Luigi, ve la RAI, reza en latín, es fanático de Sergio Leone y te invita a comer a su casa para mostrarte diapositivas de él y su señora pasados de ravioles en Roma, mientras interviene cada vez que alguien dice una palabra de origen latino o cuenta que un primo, del tío, del vecino está viajando por Europa.
Otro experto muy pesado es el pariente del alguien, es decir una sanguijuela patética que cree que por haber salido de vientres vecinos a ciertos “conocidos” lo habilitan para opinar sobre cualquier tema. Es el tío de un jugador de rugby profesional, el hermano del kinesiólogo de Boca Juniors, el secretario personal de un diputado o el primo segundo de Sandro, y amparado por ese parentesco azaroso se dedica a hablar de la farándula, la música y el deporte como si fuese el manager de todo el elenco de Canal 13.
Pero sin dudas, el peor de todos es el emprendedor de cuarta que cambió de carrera o montó un negocito y desde ese día se convirtió en una autoridad sobre economía, impuestos, e-bussiness, juicios laborales y todo lo relacionado con su gremio.
Higiene:
Creo que seguramente a muchas mujeres les pasa que las vuelve locas que otras mujeres (por asco, prudencia o higiene) no se arrimen a los inodoros ajenos. Eso sí no se acercan pero hacen pis de paradas, tambaleándose de un lado al otro, mojando la tabla, sus propios pantalones, el piso, la puerta… un desastre.
No se entiende. Realmente es un delirio ¿Les da asco acercarse a una pieza de plástico?… pero no les da asco manguerear todo el baño con su orín demente.
Además, seguramente estas reinas escatológicas son las mismas que después gritan finito cuando escuchan un chiste grosero o ven vómito en el piso. Son odiables.
Ya para las mujeres es todo un tema ir a un baño público como para tener que padecer a esta clase de tontas, que no pueden embocar el pis en el inodoro.
Viajar no siempre es un placer:
Convengamos que ir el colectivo de viaje no es “lo máximo”.
Partamos desde el vamos:
Las películas que eligen los chóferes
Hay que estar muy drogado para pensar que un chofer de micro pueda elegir una película para sus pasajeros. ¿Quién no esta repodrido de ver a Van Damme doblado al castellano o a Vin Diesel apixelado rescatando a una retrasada mental con la cara de Barbie. Y lo peor es que nadie se anima a pedir que la apaguen. No por pudor, sino porque muchas veces lo cambian por algo peor.
Los chóferes son muy afectos a la música melódica y tienen enganchados de videoclips de Marco Antonio Solís y Jorge Rojas todo aceitado todas melodías inmundas que dicen mucho “calor”, “piel” y “seno”
Dios
Los insufribles: Los tarados que hacen de policía a bordo
Siempre hay algún idiota que no entiende la dinámica del micro y se enoja porque alguien reclino el asiento, porque abrió la ventanilla, porque prendieron el aire, porque otro lee con la lucecita prendida, porque algunos se levantan para hacer pis.
Les cuesta entender que si el servicio existe, es porque está bien usarlo. ¿Para qué iría uno en un coche cama si no puede tirar el asiento para atrás?
Los niños: Los nenes maleducados
Es un clisé. Pero es la verdad. Hay niños encantadores y niños maleducados.
Niños graciosos y niños tontos. Niños rozagantes, bonitos, divertidos y niños grises y fuleros.
Si un nene es maleducado e insoportable tiene el deber moral de ser lindo.
Un nene feo no puede darse el lujo de molestar. Consejo si el hijo de uno es feo, largo y flaco, y encima tiene más de seis años (a los seis años los varoncitos son medio bobos) es mejor mantenerlos atados con el cinturón de seguridad.
No dejen que vayan a molestar al resto de los pasajeros con sus preguntas. Porque No causan gracia. Que uno lo vea hermoso es comprensible es nuestro hijo/a. Pero para el resto no lo es, y sigue siendo fastidioso.
Las mujeres y sus líos: Siempre estas las viejas que revuelven sus bolsos.
En todos los viajes hay una vieja muy organizadita y limpita que lleva doscientas cincuenta cosas en bolsitas de residuos adentro de un equipaje de mano: sandwichitos, revistas, medias, sweater, manzanas, jugo, anteojos, guantes, servilletas y todos los elementos de coquetería. Cada vez que se apaga la luz, la vieja necesita imperiosamente revolver sus bagayos haciendo un ruidito a bolsita que molesta, que no deja pegar un ojo. Miles de veces fantaseamos con agarrarle el bolso y tirarlo por la ventana. Es más es probable que junto a ese bolso roñoso, también tiremos a la vieja.
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