viernes, 21 de agosto de 2009

megalomanía, poder, locura & Brown’s Job/ de maría coda

megalomanía, poder, locura & Brown’s Job Después de leer la nota de mi amigo Zurrapa Del Santo Clavo. Mi cabeza que nunca la pierdo y si la pierdo me la devuelven enseguida se puso a pensar, y hay cosas para explayar sobre la nota de “DEL DELIRIUM, LA SUPRESION Y OTRAS COSAS....” En una parte hace mención del termino MEGALOMANÍA, que es para tener en cuenta ¿Qué significa La megalomanía? Cuando nos enfrentamos a actos o proyectos grandiosos que exceden nuestra capacidad de comprensión, y en especial cuando asistimos al declive o a la derrota de quienes los concibieron, ponemos en tela de juicio su salud mental y decimos que esos tales son víctimas de un síndrome de megalomanía. (es pre-juicio humano) Por ejemplo eso se dijo de Napoleón cuando tras las primeras derrotas se inició el declive de su grandioso proyecto europeo. Eso mismo se dijo de Hitler cuando estaba ya acorralado y saltaron a la luz de la opinión pública las tremendas barbaridades con que se acompañó en la retaguardia el avance fulgurante de las tropas del Tercer Reich. Y eso mismo cabe decir del grandioso proyecto de destrucción del mundo occidental, compartido por una amplia plataforma integrista islámica y liderado por Osama Ben Laden. La megalomanía se define en psiquiatría como la sobreestimación delirante de las propias capacidades. Delirio de grandezas; convicción irracional de la propia riqueza, fama o poder. No es una enfermedad por sí misma mientras no alcanza el nivel de delirio, de obsesión, de carácter claramente patológico. Y cuando alcanza estos niveles es tan sólo un elemento más en el síndrome de enfermedades mentales graves. En una sociedad que tiende a la depresión, unas dosis razonables de autoestima, que le acerquen a uno a su propia realidad, ayudan lo suyo. Pero cuando adquieren la misma intensidad que las depresiones, pero en el polo opuesto, y no digamos si se alternan con éstas, constituyen un serio peligro no sólo para el que sufre estos accesos de delirio, sino para todo el entorno que los ha de sufrir. La palabra megalomanía es de creación muy reciente; no existe por tanto en griego ni en latín. Está formada, muy bien formada por cierto, a partir de dos lexemas griegos: (mégas), que significa grande; y (manía) = locura. Sobre el primer elemento conviene decir que el prefijo (méga), que en informática se ha convertido en sustantivo (unidad de medida), y que hallamos consolidado en palabras como megáfono, megalítico, etc., se usa con mucha facilidad para componer nuevas palabras, en competencia con el prefijo macro- (de /makrós = grande), de carácter más dimensional. Ahora bien, la raíz completa es (megal-), que aparece ya en el genitivo: (megalós). Y así podemos interpretar megalo-manía como manía, locura o delirio de grandeza. Si se hubiese formado el término a partitr del nominativo, tendríamos mega-manía, que obviamente induciría a traducirlo como “gran manía”. En rigor para el concepto de grandeza el griego usa el término (méguezos); por eso hay que entender que el valor “grandeza” se obtiene del adjetivo “grande” a partir del neutro: “lo grande”. Bien está compuesto así el término, porque es muy inteligible. Si en vez de ser el que es, hubiese sido “méguezomanía”, no hubiese hecho fortuna. En cuanto a (manía), en griego tiene un significado más intenso que en español: demencia, humor sombrío, humor negro (atrabiliario). Y en el plano religioso, delirio profético, inspiración divina, arrebato místico. Entre el vicio del protagonismo y la megalomanía Pero si profundizamos ¿que ocurre con la megalomanía y el goce del poder? la megalomanía, como goce del poder? ¿De dónde viene? ¿Qué esconde? Curiosamente, Freud no encaró este tema tan común de la psicopatología de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, desde la mitología hasta la vida social, pasando por la literatura, el arte, la religión y la política, el trazo “megalómano” se inscribe en lo más profundo de nuestro ser en una busca infatigable de satisfacción total e incondicional. Nostalgia de una madre omnipotente, cuya mirada suscitaba el narcisismo del hijo protegiéndolo así de toda fragmentación, de toda división. Paradójicamente, esta necesaria defensa puede a la vez llevarnos a la creatividad y a la criminalidad. Pero, ¿cuándo se vuelve perversa? "Yo no soy megalómano, tan solo me considero superior al resto de los seres humanos” Decía Ernest Hemingway que “el poder afecta de una manera cierta y definida a todos los que lo ejercen”, en los últimos tiempos hemos sido testigos de que esta afirmación es un hecho. El peor error que un gobernante puede cometer es perder el contacto con la realidad y pensar que es infalible. Aunque quien ejerce el poder desee mantenerse al margen de la arrogancia, habrá a su lado un séquito de aduladores que lo aliente a sentirse iluminado. A lo largo de la historia mundial, desde tiempos muy remotos, los casos de gobernantes que pierden la razón no son pocos, bastará recordar a Hitler, Idi Amín y a nuestro contemporáneo Hugo Chávez, que está cegado por su ego y no es capaz de admitir que está llevando a su país a la pérdida de una generación, atrapada en su falta de productividad y carente de generación de riqueza. Próximamente tendremos un proceso electoral, y el preludio de él ha sido una costosísima campaña política que abarca todo el país carente de propuestas, llena de agravios, retórica y promesas, en donde podremos observar en toda la extensión de la palabra a un cúmulo megalómano. Mientras sigamos siendo gobernados por una mayoría que “perdió el piso” no podremos aspirar a ser un país desarrollado, verdaderamente democrático, moderno y con visión de futuro. Para reflexionar… No será que “ El Poder de la Estupidez y El síndrome del poder van de la mano. El deseo de poder aumenta el factor estupidez. El efecto puede ser más o menos grande según la cantidad de poder (la importancia de los hechos influidos por el poder y el número de personas que sufren sus consecuencias) y la intensidad de la competición por el poder. Sigue siendo verdad que la probabilidad de que una cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona. Pero el poder, como sistema, es mucho más estúpido de cuanto puede serlo una sola “persona común”. El problema es que el poder puede ser limitado, controlado y condicionado – pero no se puede eliminar del todo. La humanidad tiene necesidad de alguien que gobierne. Las organizaciones necesitan personas que asuman responsabilidades y esas personas tienen necesidad de un poco de poder para poder desarrollar su tarea. Resumiendo: debemos convivir con el poder – y con su estupidez. Pero eso no significa que debamos aceptarlo, tolerarlo o sostenerlo. Ni confiar en palabras, promesas o intenciones declaradas. El poder no merece ser admirado, reverenciado y ni siquiera respetado si no demuestra inteligencia práctica en lo que hace a nosotros y al mundo. No creo que haya una solución “universal” y estandarizada que pueda resolver todos los aspectos de este problema. Pero hemos hecho la mitad del camino si somos conscientes de su existencia – y si no nos dejamos engañar o seducir por el falso, y a menudo mentiroso, esplendor del poder. Un eficaz antídoto contra la estupidez del poder es la capacidad, que algunas personas tienen, de hacer funcionar las cosas sin colocarse en un “rol de poder”. Como ha sido explicado en una breve, bella historia de hace setenta años que se llama Brown’s Job. trabajo de Brown es. Brown’s Job. trabajo de Brown es.

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